La escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie publicó su primera novela, Purple hibiscus, traducida en España como La flor púrpura, en 2003. Cuenta la historia de una familia de Enugu cuyo padre, Eugene, es un respetado empresario de alimentación y editor de prensa a la vez que ferviente creyente y seguidor de la iglesia católica.
Eugene, de puertas afuera de su mansión todo bondad y generosidad para con sus vecinos y conciudadanos, dentro de casa y debido a sus férreas convicciones religiosas, se transforma en una bestia parda capaz de renegar de su propio padre por aferrarse este a sus creencias animistas y no abrazar el catolicismo; capaz de maltratar salvajemente a su esposa y a sus dos hijos adolescentes hasta un punto de no retorno.

Como contraste y punto de fuga, la hermana del padre de familia, Ifeoma, profesora en la universidad de Nsukka, localidad que dista apenas una hora y cuarto de trayecto de Enugu, ambas en el interior del país africano, trata de separar a los dos adolescentes de la nefasta tiranía paterna acogiéndoles en su casa en breves espacios de tiempo, aprovechando la situación de riesgo a la que se expone la familia debido a un golpe de estado militar.
Estas escapadas a un hogar bastante más pobre, pero también mucho más libre y tolerante, acabarán por transformar la personalidad de los dos adolescentes en un momento clave de sus vidas.
La historia está narrada por la joven hija de quince años, Kambili, que tiene una relación muy estrecha con su hermano menor, Jaja. A través de su mirada, diáfana y candorosamente franca, aunque fuertemente influenciada por su padre, la joven va narrando unos hechos particulares que, ampliando el foco, muestran el contraste entre quienes desean vivir en una Nigeria moderna y solo encuentran obstáculos para avanzar y quienes se aferran a unos modos de hacer aún fuertemente arraigados en el espíritu colonial británico.
Ese contraste está reflejado en el conflicto que se produce entre la personalidad y comportamiento de Eugene con el de otros protagonistas de la historia: por ejemplo su forma de practicar la religión con la del padre Amadi, cuya visión es mucho más tolerante y abierta. O sus métodos educativos con los de su hermana, la tía Ifeoma, profesora universitaria cuyo amparo será crucial para el desarrollo de Kambili y Jaja.
El debut literario de la autora nigeriana, afincada en Estados Unidos, ha sido ya traducido a 28 idiomas, entre ellos al castellano. La obra de Ngozi, como antes la de otros autores de su país —Chinua Achebe y Wole Soyinka por ejemplo— sigue siendo una buena oportunidad para conocer con un detalle más preciso y actual este rincón de África. Y para empezar a pensar de otra manera en el continente.